El conde y Santo Adriano

«Los grabados de Santo Adriano tienen una gran simplicidad formal, reiterativa, pero dotada de una fuerte expresividad» (Javier Fortea, 2005)«

Bisonte grabado en el abrigo de Santo Adriano. © Javier Fortea. Principado de Asturias, Consejería de Cultura
Bisonte grabado en el abrigo de Santo Adriano. © Javier Fortea. Principado de Asturias, Consejería de Cultura

LA CUEVA DEL CONDE Y EL ABRIGO DE SANTO ADRIANO están situados a escasos metros del río Trubia, tributario del Nalón y próximos a la carretera AS-228 y a la localidad de Tuñon.

La cueva del Conde es en realidad un abrigo con dos entrantes no muy profundos que se van estrechando hasta el fondo de los mismos. Excavada ya en 1915 por el Conde de la Vega del Sella, su estratigrafía parece alterada por el intenso uso agropecuario del sitio durante décadas.

Además de los trabajos de Vega del Sella, una intervención llevada a cabo por el arqueólogo L. G. Freeman en 1962, y estudios más recientes de carácter multidisciplinar, que han permitido la obtención de varias dataciones radiocarbónicas, confirmarían la ocupación musteriense y auriñaciense del yacimiento.

El arte rupestre del Conde se limita a haces de líneas grabadas con surco profundo, cuyo paralelo más próximo se encuentra en el cercano abrigo de la Viña, formando parte de lo que el profesor Javier Fortea definió como primer horizonte gráfico del Nalón. Su cronología podría remontarse hasta el Auriñaciense.

Por su parte, Santo Adriano es un pequeño covacho orientado al sur, descubierto en el año 1994 por el grupo de espeleología Polifemo.

Contiene un importante conjunto de figuras grabadas, distribuidas en sus dos paredes laterales, expuestas a la luz natural y dispuestas en función de los accidentes naturales de la pared y de la topografía del abrigo.

De acuerdo a lo conocido en otros sitios con arte rupestre de la cuenca del Nalón, la figura más representada es la cierva, completa o parcialmente, siguiendo el estereotipo formal del Nalón, que presenta una gran economía de líneas y una fuerte expresividad, captando hábilmente actitudes de movimiento y dotándolas de gran dinamismo. También aparece la cabra y varios bovinos, destacando entre estos últimos dos excepcionales representaciones de bisonte, de extraordinario esquematismo pero poderosamente expresivos, y que recuerda de manera notable los más arcaicos bisontes que aparecen pintados en la cueva de El Castillo (Puente Viesgo, Cantabria).

Junto al arte rupestre también se documentaron restos de industria lítica y ósea, testigos del yacimiento arqueológico que fue desapareciendo probablemente debido a las crecidas del cercano río Trubia.

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