El Buxu

«Es caverna laberíntica de gran interés en lo pertinente a la significación del arte troglodita, en relación no solo a las figuras animales, sino también con la representación de trazos geométricos, signos y figuras enigmáticas que están en los muros de sitios recónditos» (Eduardo Hernández Pacheco, 1959)

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Caballo grabado. © Texnai. Principado de Asturias, Consejería de Cultura
Caballo grabado. © Texnai. Principado de Asturias, Consejería de Cultura

LA CUEVA DE EL BUXU se localiza en uno de los escarpes calizos que domina el curso medio del arroyo de Entrepeñes, que vierte sus aguas al río Güeña, afluente del Sella. La galería de la cueva, definida como un angosto canal de disolución, presenta una longitud de unos cien metros, localizándose las representaciones gráficas en su parte final a unos setenta metros de la entrada.

La cueva fue descubierta en diciembre de 1916 por Cesareo Cardín en el curso de distintas prospecciones realizadas por encargo del Conde de la Vega del Sella. Tras el descubrimiento, Vega del Sella en colaboración con Hugo Obermaier publica una monografía sobre el arte de la cueva que constituye uno de los primeros estudios científicos sobre el arte paleolítico asturiano.

Las excavaciones arqueológicas, dirigidas por E. Olávarri y M. Menéndez, certifican la presencia de varios niveles arqueológicos con restos de industria lítica y ósea con una filiación cultural del Solutrense final, entre 20.000 y 18.000 antes del presente. De los niveles solutrenses procede una de las piezas de arte mobiliar más destacadas del arte paleolítico asturiano: se trata de una escultura tallada sobre un colmillo de oso de las cavernas, en forma de ave (posiblemente un anseriforme), con restos de la perforación.

Las representaciones artísticas se agrupan en distintos conjuntos distribuidos en tres lugares diferenciados de la galería.

El primer conjunto se compone de varios cérvidos pintados en negro que se hallan en un mal estado de conservación. El segundo conjunto se halla en una pequeña sala donde destaca la abundancia y variedad de signos representados, apareciendo un tipo muy particular de signo, de forma cuadrangular, dividido interiormente y rodeado de pequeños trazos verticales en todo su perimetro. A escasos metros de esta sala se encuentra un pequeño divertículo que alberga el conjunto final de la cueva: de nuevo aparecen representaciones animales (caballos, cérvidos, cáprido y bisonte) realizadas en distintas técnicas de grabado y pintura. El grabado de trazo fino se combina en algunas figuras con el rayado múltiple para transmitir sensación de volumetría interna (especialmente visible en uno de los pequeños caballos de la pared izquierda), mientras que la pintura en negro se limita a la línea de contorno sobre la que se dispone un rayado para remarcar la figura animal.

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