«Los recientes trabajos han abordado en profundidad el estudio y contexto de la cueva de El Conde, para lo que se ha contado con un nutrido equipo multidisciplinar» (Gema Adán, 2009)
LA CUEVA DE EL CONDE es uno de los yacimientos clásicos en la bibliografía paleolítica asturiana. Excavada por el Conde de la Vega del Sella en 1915, la financiación por parte de la Consejería de Cultura del Principado de Asturias ha permitido desarrollar el proyecto «Estudio arqueológico y geológico de la cueva de El Conde en Tuñón», que ha incluido además una intensa prospección del valle donde se asienta. Para llevar a cabo este objetivo se ha formado un equipo multidisciplinar que cuenta con numerosos arqueólogos, paleontólogos, geólogos, biólogos y antropólogos de diversas universidades españolas, destacando la presencia de Juan Luis Arsuaga, codirector de las excavaciones en la Sierra de Atapuerca, como miembro del equipo.
Se han excavado y reexcavado distintas zonas del yacimiento, identificando su secuencia estratigráfica y el medio paleoambiental. Se documenta una numerosa industria lítica, netamente musteriense. La presencia, sin embargo, de restos de azagayas (hasta cuarenta piezas), de probable cronología auriñaciense, asociadas a industria considerada musteriense, ofrece dudas en cuanto al estado del yacimiento, alterado, bien de manera natural por las avenidas del río Trubia, como ya en su momento propuso Hugo Obermaier, bien de manera antropica por el uso del abrigo en labores agropecuarias. Entre los restos faunísticos destaca la presencia del ciervo, aunque también existen restos de oso de las cavernas o rinoceronte, especie que ya había sido identificada en el yacimiento por el Conde de la Vega del Sella, en sus excavaciones de 1915.
Los grafismos de la cueva de El Conde, que se reducen a series de líneas grabadas, fueron identificados igualmente por el Conde de la Vega del Sella, y los distintos investigadores que los han estudiado coinciden en considerarlos como los primeros exponentes de arte rupestre en el territorio asturiano, con paralelos formales y técnicos en el cercano abrigo de la Viña. Javier Fortea relacionó dichos grabados con los niveles arqueológicos que recubrieron las paredes, lo que le permitió asignar una edad mínima para su realización, establecida en 23.000 BP.
Por su parte, los recientes estudios del arte rupestre de la cueva de El Conde han consistido en una restitución de las zonas decoradas, partiendo de una exacta planimetría y fotografía, desarrollando un exhaustivo análisis del proceso gráfico. Del estudio de las zonas decoradas, de sus relaciones estratigráficas y de la secuencia sedimentaria, los investigadores concluyen una fecha post quem de 29.000 BP para la realización del conjunto decorado de la cueva de El Conde.


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