Las Herrerías

«El arte paleolítico de Las Herrerías ofrece una característica bien destacada, que es su unidad temática, con representaciones abstractas aisladas en un santuario especial, en el que se ha prescindido de todo otro tipo de representación artística, animal o antropomorfa» (Francisco Jordá y Manuel Mallo, 1972)

­LA CUEVA DE LAS HERRERÍAS se ubica en el concejo de Llanes, en la localidad de La Pereda, en la base del llamado Pico Castiellu. Se trata de una cueva geológicamente compleja, con dos accesos desde el exterior, conformando uno de ellos un gran abrigo de entrada con una notable presencia en el paisaje.

Abrigo de entrada a la cueva de Herrerías. © César García de Castro y Sergio Ríos
Abrigo de entrada a la cueva de Herrerías. © César García de Castro y Sergio Ríos

Dicho abrigo da paso a una intrincada red de galerías, pequeñas y estrechas, con evidentes señales de erosión producida por presión hidrostática forzada. Si bien varias de las galerías se encuentran fosilizadas, algunos de los pasos secundarios muestran evidentes señales de reciente actividad. El laberinto de galerías, en dirección NE-SW pasa por una sala triangular bastante amplia a partir de la cual el techo va perdiendo altura, conduciendo a un paso angosto que nos lleva, manteniendo la misma dirección, a la llamada sala de las pinturas.

Plano de la cueva de Herrerías, con indicación de las zonas decoradas. © Francisco Jordá y Manuel Mallo
Plano de la cueva de Herrerías, con indicación de las zonas decoradas. © Francisco Jordá y Manuel Mallo

Se trata de una zona con forma de embudo, en cuyo techo se concentran veintitrés signos rojos, tradicionalmente conocidos con el nombre de «parrillas»: formas cerradas, geométricas, cuadrangulares y compartimentadas interiormente. Además de esta zona, muy cerca de un acceso secundario, ubicado al norte, y en una galería pequeña de incomodo acceso se documentaron otros restos de pintura en color rojo imposibles de descifrar.

Representaciones de "parrillas" de la cueva de Herrerías. © César García de Castro y Sergio Ríos
Representaciones de «parrillas» de la cueva de Herrerías. © César García de Castro y Sergio Ríos

Es descubierta en 1912 por unos padres agustinos, y es visitada en 1913 por Breuil y Alcalde del Río. Las primeras referencias al arte paleolítico de Las Herrerías son publicadas en 1914 por Breuil, Boule y Obermaier, en la revista francesa L’Anthropologie, en la sección referida a los trabajos llevados a cabo en el año 1913 por el Instituto de Paleontología Humana de París. Se trata de una escueta referencia, donde se alude a Herrerías con el nombre de «cueva de Bolao», nombre que en realidad pertenece a otra gruta ubicada en las proximidades. Definían las representaciones de la cueva como «tectiformes» pintados en color rojo («frise de signes tectiformes peints en rouge«), acompañando la reseña de un croquis realizado a mano alzada.

Calco de Henri Breuil del arte de las Herrerías, publicado en 1914
Calco de Henri Breuil del arte de las Herrerías, publicado en 1914

En realidad la catalogación de los signos en forma de parrilla como «tectiformes», también aplicada a signos similares en otras cuevas, como el caso de El Buxu, no se ajusta demasiado a su morfología: «tectiforme» hace referencia a una tipología de signo bien definido, con remate en forma triangular, formado por dos líneas oblicuas a modo de techo,  perfectamente localizado en las cuevas francesas de la Dordogna (Bernifal, Les Combarelles,  Font-de-Gaume o Rouffignac).

Tectiformes de la cueva de Font-de-Gaume
Tectiformes de la cueva de Font-de-Gaume

El estudio más extenso sobre las pinturas de Herrerías es publicado en 1972 por Francisco Jordá y Manuel Mallo. En él se insiste en que los signos «en parrilla» conservados en Herrerías repiten el mismo motivo a lo largo del techo de la sala de las pinturas: formas más o menos rectangulares con trazos interiores paralelos. Más allá de las descripción de los motivos, de la concentración y repetición del signo dominante y de la ausencia total de representaciones animales, recientemente se ha señalado una ordenación gráfica según «diversa orientación y en función de ciertos accidentes geológicos«, como grietas u oquedades.

Detalle de una de las "parrillas" de la cueva de Herrerías. © Javier Fortea
Detalle de una de las «parrillas» de la cueva de Herrerías. © Javier Fortea

Los diferentes motivos están pintados en un rojo intenso, combinando puntuaciones y trazo único; lamentablemente algunos de ellos han sido agredidos en tiempos recientes por raspados y frotamientos. Para los motivos de Herrerías se pueden señalar paralelos en cuevas asturianas (Tito Bustillo), cantábricas (Aguas de Novales) y francesas (Le Cantal), siendo especialmente llamativa la semejanza del motivo de la cueva francesa con la parrilla de Herrerías señalada con el número siete en el calco de Jordá y Mallo. No obstante para estos autores la significación de estos motivos tienen una delimitación territorial definida, tratandose de un tema similar pero con versiones distintas en otros ámbitos geográficos, llegando a plantear su relación con «algún signo distintivo relativo a una colectividad humana, expresión plástica de una especie de emblema de un grupo social«.

Comparativa de los motivos de Herrerías: de izquierda a derecha, Herrerías, Tito Bustillo, Aguas de Novales y Le Cantal
Comparativa de los motivos de Herrerías: de izquierda a derecha, Herrerías, Tito Bustillo, Aguas de Novales y Le Cantal

Sin entrar a valorar estas consideraciones, sí debemos tener presente la idea desarrollada por Francisco Jordá de la existencia de «santuarios» monotemáticos, en cuya definición encajaría perfectamente el arte de Herrerías. En esta idea profundizó más tarde Javier Fortea, al referirse a la existencia de espacios singularizados, monotemáticos de signos, y de los cuales, además de Herrerías, encontraríamos ejemplos en la Lluera II (aunque con la presencia de al menos una cierva),  la Galería de Llonín y el conocido Camarín de las Vulvas o el más desconocido Conjunto VI, ambos en Tito Bustillo. Se trata por tanto de sitios que contienen representaciones figurativas y que dedican a los signos «espacios topográficamente muy singularizados o acotados» (Buxu, Llonín, Tito Bustillo), mientras que otros, (Herrerías, Mazaculos, Balmori, Sidrón, Tebellín…) solo contienen este tipo de figuraciones abstractas.

"Parrillas" representadas en la cueva de Tito Bustillo. © Miguel de Guzmán
«Parrillas» representadas en la cueva de Tito Bustillo. © Miguel de Guzmán

Respecto a la cronología de tales manifestaciones, en el caso concreto de Herrerías no se cuenta con elemento de datación alguno, si bien por comparación estilística diversos autores han llevado el arte de la cueva a los momentos finales del Paleolítico superior (Magdaleniense medio y superior). No obstante la secuencia de superposiciones en paneles complejos podría permitir postular una mayor antiguedad para estos motivos: alineaciones de barras en vertical y formas rectangulares con esquinas rectas o redondeadas y compartimentadas en su interior pueden ser adscritas a momentos premagdalenienses en cuevas como Llonín o Tito Bustillo. Sin embargo, y desprovistos de dataciones directas, resulta dificil ordenar cronológicamente estas producciones, que atañen a reducidos lotes gráficos en complejos paneles con distintas fases artísticas superpuestas.

­BIBLIOGRAFÍA

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