Coímbre

«El bisonte grabado en la cueva de Coímbre es excepcional por la profundidad del trazo grabado y modelado, que transmite una intención casi escultórica por parte del autor. Dada su gran calidad técnica, la figura es por sí misma referencia del arte paleolítico de la región». (María González-Pumariega, 2008)

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Bloque con el bisonte grabado del conjunto B de Coímbre. © Equipo Norte, Ministerio de Educación y Cultura
Bloque con el bisonte grabado del conjunto B de Coímbre. © Equipo Norte, Ministerio de Educación y Cultura

COÍMBRE, TAMBIÉN CONOCIDA COMO «CUEVA DE LAS BRUJAS»,  se ubica en las proximidades de Alles, capital del concejo de Peñamellera Alta, en la vertiente norte del llamado monte Pendendo, destacando su gran boca, abierta a unos setenta metros de altura sobre el río Besnes. Muy próxima a la cueva de Llonín, uno de los grandes conjuntos rupestres de la región asturiana, se trata de una gruta de enorme complejidad topográfica.

Fue dada a conocer por Gregorio Gil y Alfonso Moure en 1972, publicándose entonces las primeras referencias a la cueva, su conjunto rupestre y su yacimiento arqueológico, cuya notable entidad se ha puesto de manifiesto en las recientes investigaciones llevadas a cabo entre 2008 y 2012, dirigidas por el arqueólogo David Álvarez Alonso.

Respecto al yacimiento arqueológico que contiene, si bien desde el momento del descubrimiento se hace alusión a su potencial, nunca hasta el año 2008 se hace estudio alguno referido a tal depósito. Las primeras referencias arqueológicas son llevadas a cabo por Pilar Utrilla, quién en 1981 realiza una primera atribución cronológica y cultural a partir de algunos materiales localizados en superficie, que enmarcaría entre el Magdaleniense inferior y medio y el Aziliense. Con posterioridad, y ya en 1997, la arqueóloga Gema Adán publica algunas referencias a material óseo procedente de la cueva y recogido igualmente en superficie. Entre estos materiales destacan una varilla y una azagaya con decoración geométrica que se encuentran depositadas en el Museo Arqueológico de Asturias.

Los trabajos más recientes se centran en dos áreas de excavación localizadas en el interior de la gruta. El llamado sector A corresponde a un cono de derrubios y escombros fuertemente alterado por saqueos modernos. El sector B corresponde a una pequeña cámara situada en el interior de la gran sala de entrada. Destaca el importante número de útiles recuperados a pesar de la escasa superficie excavada, con miles de elementos líticos sobre sílex y cuarcita cuyas características tecnotipológicas remiten a momentos avanzados del Magdaleniense cantábrico. Entre la industria ósea se han recuperado varios fragmentos de azagayas y varillas, destacando una azagaya completa, con sección circular y base en doble bisel. También se han recuperado cinco objetos de adorno con perforación, concretamente tres conchas y dos caninos atróficos de ciervo. Igualmente, procede de este sector un canto grabado con motivos geométricos. Entre la industria ósea se cuenta con la presencia de arpones, que remitirían cronológicamente a los momentos avanzados del Magdaleniense cantábrico. No obstante  la reciente presentación de la secuencia estratigráfica del sector B de Coímbre permite apuntar a una mayor amplitud cronológica en los momentos de ocupación, con niveles antiguos que se remontan al final del Gravetiense y a momentos de transición entre el Solutrense y el Magdaleniense inferior. Los restos faunísticos recuperados señalan un predominio del ciervo y de la cabra como especies cinegéticas.

Se han realizado excavaciones sistemáticas desde el año 2008, dirigidas por el arqueólogo David Álvarez Alonso. © Equipo investigador de Coímbre, Fundación María Cristina Masaveu Peterson
Se han realizado excavaciones sistemáticas desde el año 2008, dirigidas por el arqueólogo David Álvarez Alonso. © Equipo investigador de Coímbre, Fundación María Cristina Masaveu Peterson

Sobre el arte rupestre de la cueva, la primera descripción publicada por Gregorio Gil y Moure destaca la conservación únicamente de representaciones grabadas, sin restos de pintura. El repertorio gráfico se divide en cinco conjuntos, desde el vestíbulo hasta zonas más profundas ubicadas en el interior de la gruta y galerías secundarias de difícil acceso.

El primer conjunto (A) se encuentra en la entrada de la cueva, iluminado permanentemente por la luz natural: mediante incisiones profundas se representan algunos signos, con trazos lineales verticales y motivos definidos como esquemáticas representaciones vulvares de forma triangular.

En el segundo conjunto (B), ya en el límite de penumbra, destaca la representación de un gran bisonte, conformando una de las representaciones más sobresalientes del arte paleolítico asturiano: sobre un bloque exento de desprendimiento se realizó una figura de más de un metro de longitud, grabada en una línea continua muy profunda y aprovechando la forma natural del bloque, consiguiendo el artista paleolítico un destacado efecto escultórico en la figura. El realismo se consigue además en la posición de las patas, la representación de las pezuñas y cuernos y el detalle del ojo y la boca del animal. Ejemplos similares en el tratamiento del volumen de la figura solo los encontraríamos en algunas figuras de La Lluera y en alguno de los bisontes representados en La Covaciella. En este mismo sector se identifica la parte anterior de un caballo.

Bisonte grabado en la cueva de Coimbre. © Equipo Norte, Ministerio de Educación y Cultura
Bisonte grabado en la cueva de Coimbre. © Equipo Norte, Ministerio de Educación y Cultura

El tercer conjunto decorado identificado en la sala interior de Coímbre (D, según la nomenclatura de Moure y Gil), se encuentra al final de la misma, en un pequeño compartimento donde se documentan cuatro figuras de pequeño tamaño trazadas con una línea continua muy fina y en parte sombreados con trazos múltiples y discontinuos, expresando un convencionalismo que inevitablemente recuerda a algunas de las más destacadas representaciones de la vecina cueva de Llonín. Se identifican las cabezas de un bovino, un caballo y un cérvido.

Los dos conjuntos restantes se encuentran en dos galerías secundarias cuyo acceso se ubica en la pared izquierda de la cueva. Apenas a cinco metros de la boca está la entrada a la galería donde se documenta el cuarto conjunto (zona E de la nomenclatura de Moure y Gil). Tras unos quince metros de recorrido que obligan primero a reptar y luego a descender unos cuatro metros por una colada estalagmítica, se llega a un pequeño ensanchamiento donde se documentan dos caballos, dos bovinos, dos ciervos, dos cápridos y varios signos, uno de los cuales semeja un pez. De nuevo se insiste en el uso del grabado simple y continuo combinado con grabados de trazo múltiple y discontinuo. El quinto conjunto (zona C de Moure y Gil) se encuentra en una gatera ubicada en la parte final de la pared izquierda de la cueva, con una serie de pequeñas cabezas de cierva muy difíciles de ver y fotografiar, ya que se encuentran en el techo, lo que obliga a reptar boca arriba para poder apreciarlas. Están realizadas con una línea fina y continua sobre una roca blanda y alterada.

Cabeza de cabra grabada en el conjunto E de la cueva de Coímbre. © Equipo Norte, Ministerio de Educación y Cultura
Cabeza de cabra grabada en el conjunto E de la cueva de Coímbre. © Equipo Norte, Ministerio de Educación y Cultura

Cronológicamente los grabados de trazo fino o trazo múltiple remitirían a momentos avanzados del Magdaleniense. El gran bisonte, diferente técnica y formalmente, podría remitir en su estilo al Magdaleniense medio, siendo más difícil precisar  la antiguedad de las representaciones del sector A, ubicadas en la entrada de la cueva.

­BIBLIOGRAFÍA

­MÁS INFORMACIÓN:

COÍMBRE. INVESTIGACIÓN

­GALERÍA DE IMÁGENES